Este año más que nunca se han repetido los casos de bandas que se han desligado de sus sellos, principalmente por razones artísticas. Vimos a lo lejos cómo Nine Inch Nails, o Trent Reznor mejor dicho, finalizó su contrato con Interscope y ahora se encuentra con total libertad para grabar su disco como quiera, y venderlo a cuánto quiera. “He estado firmando contratos de grabación por 18 años y he visto que la industria ha mutado radicalmente de una cosa a algo inherentemente muy distinto, y me da mucho gusto poder tener finalmente una relación directa con la audiencia, una relación que encaja y que es apropiada”, todo eso luego de ver en Australia que el precio de “Year Zero” superaba los 12 mil pesos versus un disco de Avril Lavigne, que había sido editado en la misma semana, bajo el mismo sello, y que tenía un precio mucho menor. O sea, los rockeros necesariamente tenían que pagar más (si visitara las disquerías chilenas ahí si que quedaría espantado).
Para qué hablar de Radiohead. Lejos de EMI, lejos de cualquier idea que cualquier persona se pudiera haber formado, publicaron sus canciones en su propio sitio web, a sólo diez dias de haberlo anunciado en el blog Dead Air Space. “Paga lo que quieras” fue la estrategia para enganchar a los miles de miles de fanáticos de los ingleses. Hoy, dudo que alguien no haya escuchado al menos un tema de “In Rainbows”, y quizás ese sea el mayor mérito y el mayor beneficio de haber sacado al aire estas nuevas composiciones de esta forma: con Internet, es imposible que no corra la voz.
Alejándonos del rock, también estuvo el caso de Madonna, que ahora firmó contrato con Live Nation, que se maneja en la producción de recitales y quienes serán los encargados de buscar un sello que albergue a la cantante, pues esa ya no es la prioridad en este momento. Lo que importa es salir de gira, hacer la mayor cantidad de conciertos posible, pues el negocio no es vender discos, sino actuar, actuar y actuar tantas veces como sea necesario. Por eso es que los mismos Radiohead, que alguna vez mencionaron que jamás irían a lugares donde no entendieran sus letras, ahora pretenden visitar Latinoamérica. Las expectativas son altas, sumando tanto el efecto post Rainbows junto con que jamás han venido por estos lados, donde suman otra enorme cantidad de seguidores.
Pero refiriéndonos a la escena nacional, no queda otra más que la independencia. Seguir lanzando discos es una prioridad, pero ya no a través de sellos como EMI, Sony, Universal o Warner. Si mal no recuerdo, el único grupo que va quedando en esas grandes ligas es Chancho en Piedra. Lucybell renunció a Warner por, digamos, las atribuciones que se tomaron al hacer lo que quisieran con la imagen y las canciones del grupo encabezado por Valenzuela. Y nadie quiere ser utilizado y más encima sin consentimiento.
Si reducimos el espectro, todo el resto de las bandas roqueras están bajo el alero de una etiqueta independiente. Cápsula, Escarabajo, Algo, Oveja Negra, CFA, Bolchevique, Sello Azul, Quemasucabeza, son algunos de los tantos que mantienen la fidelidad con el músico y con su credibilidad. Supongo que ya para ninguno de ellos es prioridad pertenecer a alguna de las multinacionales. Más de alguno ya acarrea con malas experiencias por contratos truchos o engañosos o simplemente por mal manejo y despreocupación de parte de la etiqueta.
Entonces, en realidad no hay grandes diferencias entre lo que sucede en el ambiente norteamericano con un mundillo tan reducido como el chileno. El mundo parece avanzar al mismo paso, y en cuanto al rock, seguimos el mismo paso. Las bandas están obligadas a tocar, tocar y tocar como único medio para atraer a más gente, para que esa gente le cuente a otros que ha visto a x grupo que le voló la cabeza y atraiga a más gente que quiera ver al grupo. Ya que, casi se me olvidaba, ni siquiera nuestra propia música es difundida en forma “decente” por las radioemisoras, menos ahora que un gigante español absorbió casi toda la frecuencia metropolitana.
Pero hay que ver el lado positivo: no se deposita la confianza en agentes desconocidos que “destrozan el arte para convertirlo en bazofia”. Claro, se trabaja con más esfuerzo que dinero, con más ingenio que recursos, pero creo en la potencia de la convicción. Cuántos se han gestionado sus propias giras, a Europa, Argentina, donde sea, a comenzar de cero de nuevo. Y aunque sea el camino más largo, sin duda el producto es mucho más satisfaciente. Porque ellos son los que se sacan la cresta sin cuestionar ni cambiar sus ideales y siguen adelante a pesar de todo. Pregúntenle a todos, ¿recorrerías el mismo camino de nuevo, conociendo todas las dificultades? Aseguro que dirían que sí. Y de ida y vuelta.
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